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El blog del Nómada

Madrugada del Jueves Santo

Madrugada del Jueves Santo Son las 2h40 de la madrugada del 9 de abril de 2004. madrugada de Jueves Santo, La noche de la Madrugá de Sevilla y no sé qué más. Hoy es un día especial; pero los que me conozcan un poco sabrán que la razón no es su significado religioso. Llevo muchísimos (demasiados) días sin escribir en este cuaderno de viajes, y la verdad es que me arrepiento enormemente. Ha sido un error por mi parte considerarlo desde un principio como un simple soporte para relatar meros cuentos sin ninguna o prácticamente ninguna relación con mi vida, pero ya me he dado cuenta de eso. Os agradezco a algunos que me hayáis animado a continuar con este pequeño proyecto, porque, sinceramente, sentía un inmenso vacío que me impedía plasmar mis sentimientos o incluso mi propia imaginación. Os lo agradezco porque, sin duda, en estos momentos estaría durmiendo y estas líneas probablemente jamás las habría escrito.
Sin embargo, el desencadenante del hecho de que esté esta noche frente a la pantalla ha sido la serie de sentimientos que me han invadido a lo largo de toda esta tarde y noche. Ha sido un viaje de sensaciones de euforia y de felicidad, de plenitud y de confianza, de sociabilidad y de entendimiento. Un viaje de madurez y de introspección. Un viaje de sinceridad. Hoy han nacido dos amistades que, por mi parte y en mi corazón, se han anclado fuertemente en mi interior. No tiene sentido darle importancia a la sensación de que estas amistades deberían de haber nacido mucho antes, porque en cuatro años ocurren muchas cosas y probablemente no era como soy hoy; y probablemente, aunque se hubiera presentado la ocasión de conocernos hace tanto tiempo, no habríamos entablado amistad ni entonces ni sin duda hoy. Así que, no tengo ni un ápice de amargura de tiempo perdido. Ha nacido hoy, y por eso me siento feliz. Cuidemos esta relación, que merece la pena.
Días como hoy son los que ayudan a las personas a encontrarse a si mismas y a situarse en el mundo. Sin todos vosotros, amigos, estaría perdido en el vacío de la soledad, porque “somos seres sociales”.
Un abrazo. Os quiero.

1 comentario

Marieta -

Nunca es demasiado tarde. Al menos no para sentirse feliz, para sentirse eterno. Al menos no para saber que has perdido el tiempo, que se ha hecho tarde. Por encima de todo, sé que estamos aquí, que tendremos tiempo. Una cerveza entre clases, un cafe trasnochador, un silencio abatido. Somos compañeros. Pero no de clase, ni de agobios, ni de curso, ni de nada tan trivial (que también es importante, deliciosamente importanta) sino compañeros de algo más grande. No puedo explicar qué es. Sólo sé que lo he visto en ti. Y quiero caminar más contigo, aunque sólo sea para descubrir que el silencio ya no nos incomoda. Yo (nosotros) también te doy las gracias.