Cocktail irreal
La combinación de música crepuscular, el propio ocaso, el cansancio, y el hipnotismo producido por la línea blanca del arcén de la autopista, a veces continua y otras discontinua, produce efectos interesantes...La música te aísla del resto de la gente del autobús. La oscuridad creciente ensalza las iridiscencias de la luna nueva sobre el mar. La mirada perdida en el asfalto deslizándose más allá del cristal de la ventana, surcado por esa uniforme línea blanca. Y el cansancio. Ese cansancio físico, mental y espiritual que se siente al final de un día laboral cualquiera.
No es una experiencia religiosa, ni mística...Ni siquiera espiritual. La sensación que se siente es simplemente de una etérea irrealidad, en la cuál incluso se pueden ver en las sombras producidas por las iluminaciones de los hogares, pequeños seres legendarios riéndose de la materialidad y de la verdad. Y si el cansancio es particularmente agudo y la música acompaña, bajo las iridiscencias lunares incluso se puede intuir la silueta deformada por las ondas de una ciudadela imposible.
No es una experiencia religiosa, ni mística...Ni siquiera espiritual. La sensación que se siente es simplemente de una etérea irrealidad, en la cuál incluso se pueden ver en las sombras producidas por las iluminaciones de los hogares, pequeños seres legendarios riéndose de la materialidad y de la verdad. Y si el cansancio es particularmente agudo y la música acompaña, bajo las iridiscencias lunares incluso se puede intuir la silueta deformada por las ondas de una ciudadela imposible.
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oroD -